Situación económica
Fitch Ratings, prestigiosa agencia internacional de calificación crediticia con doble sede de Londres y Nueva York, ha calificado a la deuda publica ecuatoriana de largo plazo en B- (negativa), después de alrededor de 5 años con una calificación B (estable). Entender porqué Ecuador mantuvo una mejor calificación durante el período de estancamiento económico y recesión en los años 2015 y 2016 implica comprender que los indicadores macroeconómicos del sector fiscal se mantenían en aquel momento camuflados en rangos todavía aceptables para el FMI, principalmente una Deuda/PIB que oficialmente se declaraba inferior al 40% y el déficit global inferior a USD 10,000 millones con una tasa de riesgo país que no alcanzaba el 10%. Todo ello además de otros indicadores más subjetivos tales como los derivados de la alianza financiera con China y una supuesta estabilidad política e institucional en la cual no habían aflorado aún los notables escándalos de corrupción hoy destapados.
Según el Informe Prospectiva, uno de los análisis político-económicos más completos existentes en el país, se estima que en el mismo periodo de cierre -contabilizando los rubros excluidos por el MEF- la deuda publica asciende a USD 57,294.96 millones y representa el 55.08% del PIB. Todo ello pese a que entre abril y julio la estrategia del Estado haya logrado una reducción de USD 296 millones gestionando la deuda interna, lo cual no ha impedido que la deuda externa continúe al alza debido a los intereses generados mensualmente.
Situación política
Previsiones para el año 2019 y 2020
En resumidas cuentas, este período tan prolongado de tipos de interés bajos ha generado que muchas empresas se hayan endeudado de forma creciente. Según S&P Global, el 37% de las corporaciones transnacionales han aumentado su endeudamiento cinco puntos porcentuales más de la media existente en el año 2007. Lo mismo sucede con las operaciones de capital riesgo que hoy ostentan niveles de deuda mucho más altos que diez años atrás.
Una coyuntura internacional donde la economía global vuelva a contraerse impactaría negativamente sobre las previsiones de dinamización de la economía ecuatoriana que pretende poner en marcha el Gobierno Nacional, generando una lógica de inestabilidad política al interior del Ecuador que podría poner en serios apuros la última fase de gestión de la Administración Moreno. Todo ello con escasas posibilidades y voluntad desde el Ejecutivo para articular políticas contracíclicas destinadas a impedir, superar o minimizar los efectos de un ciclo económico en recesión.
Estas políticas contracíclicas son generalmente defendidas por quienes entienden que los ciclos económicos no tienden al equilibrio general, planteando que el déficit y la inversión púbica es el principal instrumento de la política económica para amortiguar los efectos del ciclo. Así las cosas, durante un período de recesión se debe invertir, reduciendo tributos, promoviendo la expansión del crédito y aumentando el gasto, realizándose desde el Estado inversiones -durante una recesión el capital privado no tiene expectativas de ganancia que fomenten su inversión- que sean capaces de estimular la economía… algo muy distante de lo que parece estar planteado como hoja de ruta económica en el actual Gobierno.
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